Últimamente vivimos tiempos en los que los mitos se hacen mayores y parece que no se encuentra sustituto, nos empeñamos en alargar su existencia imaginándonos que el paso del tiempo no hace mella en nuestros dioses del entretenimiento… lo cierto es que sí que lo hace y mucho.
Porque son humanos, porque se hacen mayores, porque pagan el precio de sus vicios de juventud, porque se acomodan, porque se les exige menos, porque al fin y al cabo se les perdona todo.
Hace una semana Joaquín Sabina abandonó el escenario de Madrid con 20.000 fans esperando el concierto de su vida, miedo escénico, afonía, depresión….hay teorías para todos los gustos. La mía, que lo ví hace muchos años y lo seguí cuando hacía discos maravillosos, es que tiene 69 años con una mala salud de hierro y sigue de gira porque hay una multa de hacienda que hay que pagar. Yo no lo voy a criticar porque como artista es intocable y como persona hace lo que debe para sobrevivir y dejarle una buena herencia a sus hijas.
Lo que no entiendo es que los fans sigan pensando que Sabina está para ir de gira, para hacer conciertos de casi 3 horas y que aguante los achaques de salud que tiene. El iptus sigue presente pero parece nadie se acuerde.
No me considero más listo que nadie, a mi Sabina me plantó también en un concierto en Vigo en el año 2000, nos dijeron que tenía gastritis y nos quedamos con las ganas. Lo ví en Oviedo, Gijón y Madrid. Me quedo con ese recuerdo y con esos conciertos en los que estaba bien y prefiero dejarlo así.
Cometí el error de ir a ver a otro de mis artistas favoritos B.B. King en 2011 en un teatro de París en fila 6, un lujo pensaba yo, feliz de volver a verlo y esta vez muy de cerca. Nunca olvidaré la estampa de un hombre de 84 años que pesaba 170 kg y no tocaba apenas. Al público que había en el Rex le daba igual, estaba viendo al Rey del Blues, fotos, videos, púas al aire a puñaos y fin del show de 1 hora y 15 minutos. El rey sólo » tocó «45 minutos. Conseguí un póster y un disco firmado, pero ojalá me hubiera quedado con el recuerdo de su concierto en 2004 en León donde sí tocó.
Lo mismo pasa con la gastronomía, platos y recetas, materias primas que se devalúan porque la alta demanda termina por bajar su calidad y subir su precio. Pasó con Foie Fresco, con el chuletón de buey y ahora con el pulpo.
Poco a poco desaparece de los restaurantes por su alto precio y poca calidad, porque otros restaurantes ponen rejos y siguen cobrando la ración de pulpo de mentira muy barata.
Con la comida muchas veces pasa lo mismo que con los grandes artistas de la música, hubo un tiempo en que eran maravillosos y abundantes, pero todo se termina. Tenemos que buscar nuevos artistas y nuevos platos.
Algún día les contaré a mis nietos que ví al Sabina de 19 días y 500 noches, al BB King que tocaba con el alma y que comí pulpo del pedreru.