Han pasado 8 meses desde que la visité pero hace una semana leí un artículo precioso y muy realista sobre India escrito por Galo, un amigo que viaja mucho y tiene un blog sobre esos viajes muy útil.
Antes de ir, me informé con varios amigos que la habían visitado, el que más es Pachu Díez, que la ha visitado en muchas ocasiones y me confirmó que es un viaje que nunca se olvida. Para bien o para mal, depende de cada uno.
Asia para mí significa desconexión total, muchas de las costumbres, creencias, hábitos, comida, ropa, bebida…. de repente son de otra forma. Me ayuda a ser más flexible, comprensivo y reflexivo cuando vuelvo a Asturias.
Estuve 15 días pasando por Nueva Delhi, Agra, Kahurajo…pero la que más me marcó fue Benarés/Varanasi.
Las personas que me encontré eran agradables y siempre te ayudan, ves mucha pobreza pero también mucha felicidad, tranquilidad y serenidad. La religión nunca la experimente como en este país, los templos tienen algo especial, especialmente los de los Sij. La mezcla de olores, sonidos, ir descalzo y los lugares donde están hacen que experimentes una sensación mística.
La contaminación es algo con lo que volví muy concienciado, ya lo estoy desde hace años, me gusta cuidar mi planeta con acciones y colaboraciones tanto personales como en los restaurantes. Reciclamos todo. Pero recuerdo el primer día en Nueva Delhi, y ver una capa de niebla constante, no ver el horizonte, la garganta ardiente…
Las calles tienen mucha suciedad, no hay papeleras, los olores al principio son intensos, te acabas acostumbrando. Lo más increíble es el tráfico, nunca he visto tal caos, pitidos constantes, todo tipo de motos, coches, camiones y animales. Las vacas ya sabéis que son sagradas allí, si se tumba en medio de la carretera hay que esquivarla. El lío de cables en las zonas antiguas es impactante, los cables de la luz sobre los que pasa tu cabeza son miles.
La comida es muy picante, especiada y con mucha verdura, arroz y pollo. El curry es una mezcla de especias que cada restaurante o puesto callejero hace, está buenísimo. Lo mejor es comer en la calle, hay mucha variedad y es donde se prueba lo auténtico. A mí me gustaron mucho los Momo. Los hindús son vegetarianos.
El Taj Mahal es lo más bonito que he visto hasta hoy. Merece el viaje sólo por pasar un día allí.
Las personas que te encuentras, tomar un té, charlar, comer en la calle y vivir los pueblos, eso es lo mejor de India. Aprendes a vivir con menos, a valorar más la vida y las pequeñas cosas, a respetar más otras ideas y religiones. Experimentas lo místico, el picante de verdad, la esencia de tantas cosas que dejamos pasar o no valoramos.
Y luego llegas a Benarés, te rompe todos los esquemas al principio por tal caos, suciedad, contaminación y sobretodo, la muerte. Aquella frase de » la muerte da sentido y valor a la vida «, aquí se repite en mi cabeza constantemente. 3 días donde aprendí a estar más vivo que nunca, a apreciar la vida y el tiempo con mi seres queridos, a respetar más las creencias religiosas, el fin de los días de muchas personas que van a dejarse morir allí, a esperar el final. Nunca olvidaré esos días.
Volveré a India, es un viaje que te marca para siempre. A mí para bien.